El Mundo, Martes 4 de Enero de 2005

NACIONALIDADES HISTÓRICAS

MARÍA JOSÉ FERRER DE SAN-SEGUNDO

Asistimos últimamente a la paradoja de ver confundir ninguna precisión conceptos como Nación, Nacionalidad, Comunidad Nacional o Estado Libre Asociado, mientras, a la vez, esa flexibilidad se olvida cuando se trata de exigir con rigor el pedigrí, afirmando, con prepotencia excluyente, que existen solo tres Nacionalidades Históricas.

Ello hace recordar, por ejemplo, que este territorio existía antes de ser anexionado a la Corona de Aragón y por el habían pasado griegos, romanos, visigodos o musulmanes, igual que el Condado de Barcelona se había incorporado también a aquélla, vía matrimonio, por lo que no se entiende que sea histórica Cataluña y no Aragón (o el País Vasco y no el que fue potente Reino de Navarra). Recordamos también que incluso después de la entrada de Jaime I disponíamos de Cortes propias, Fueros y capacidad para legislar. O que Galicia formo parte del Reino de Castilla-León y sin embargo no se cuestiona su carácter histórico, ni se hace casus belli de la unidad del galaico-portugués que, pese a su común tronco y difusa frontera, se consideran dos lenguas en la Unión Europea.

Incluir como históricos solo a los territorios que tuvieron tiempo de plebiscitar un Estatuto en periodo republicano, resulta absurdo porque lo hace depender de una coyuntura no legitimable como es la paralización del proceso autonomista por causa de una Guerra, e incoherente porque olvida que la Constitución Republicana de 1931 establecía precisamente lo contrario: la igualdad de todos los territorios. Porque, al final, la distinción entre demarcaciones a quien causa desigualdad, que eufemísticamente llaman <>, es a los ciudadanos, distintos según donde residan. Tras la aprobación del Plan Ibarretxe, con prólogo y advertencia de Josu Ternera, resulta inaplazable que PSOE y PP enfunden la confrontación, dejando claro que no puede cada uno servirse lo que quiera dejando los restos para el resto, y que Historia tenemos todos.

Desde luego, nadie puede dudar que los valencianos la tengamos, y que rechazamos volver al momento que a otros interese para determinar nuestra posición actual. Para ello, eso sí, hemos de evitar que esta cuestión se convierta en arma partidista en nuestra Comunidad. Ojala encontremos la vía para transmitir nuestra voz serena, rigurosa y lo mas consensuada posible. Y para difundir nuestra Historia, a fin de impedir que otros nos la reescriban.

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