20 N: Esperando a Rajoy – Mar Abierto

LEGISLATURAElecciones presidenciales 20 de Noviembre

A esta legislatura le ha sobrado… toda la legislatura: el error de diagnóstico, pronóstico y tratamiento por parte del Gobierno, que ha hecho de sus previsiones económicas la mayor de las “burbujas”, con datos no solo “inflados” sino también “inflamados”, y desde luego inexactos; la falta de veracidad en su exposición a los ciudadanos; el gasto desmedido en tiempos de superávit, que ha acabado en déficit; y una notoria exhibición de impotencia e impericia para afrontar la crisis, que ha conducido a que lideremos las tasas de paro europeas, doblándolas.

A la legislatura, que ya termina, le ha sobrado, también, un agónico final, que no era necesario, ni ha sido responsable. Hace ya mucho tiempo que el Gobierno no gobierna. A estas alturas, incluso muchos socialistas sostienen, con muchos otros ciudadanos, que el último error del Gobierno bajo la Presidencia de Zapatero y el diseño de ruta por el Vicepresidente (y luego candidato) Rubalcaba, ha sido no celebrar las Elecciones Generales con las Autonómicas en mayo de 2011, o en 2010 cuando se produjo el punto de inflexión que obligó al Gobierno a adoptar recortes ciertamente drásticos. No parece, además, que los resultados para el PSOE  hubieran sido peores sino, acaso, al contrario.

 

CAMPAÑA 

A muchos ciudadanos, y a una buena parte de los políticos, les ha sobrado también la campaña. El voto, sea cual sea, parece muy decidido previamente. Y se aprecia cierto consenso en que lo que más se esperaba de la campaña es que pasara pronto. Para que el nuevo Gobierno, determinado por las urnas, pueda ponerse en acción cuanto antes.

El PSOE se ha echado poco a la “plaza”, optando por espacios más pequeños que maquillaran la menor capacidad de convocatoria. El candidato ha “recuperado” a Felipe González y, también, a Alfonso Guerra, olvidando que con ellos en el “ruedo”, Rubalcaba es cuadrilla: empequeñecido y adosado al narcisismo del ex presidente, para quien el tiempo opera como “salvoconducto-olvido” de las razones por las que se produjo su salida, forzosa, elecciones mediante, del Gobierno. Zapatero ha sido enviado “a toriles”; destierro que ha puesto más de relieve el fracaso del Gobierno que Rubalcaba ha estado vicepresidiendo. Blanco, ha intervenido poco: Portavoz silente pero tras la barrera, acorralado por las astas del toro “Campeón”, que parece tener recorrido judicial. Chacón, y más simuladamente Bono, al quite, acechando para estar cerca cuando caiga -si cae- el picador.

Rubalcaba ha hecho la campaña como si estuviera ya en la oposición, recurriendo a argumentos “anti” y al “voto útil del miedo”. Como, también, a un discurso tan sorprendentemente ingenuo como inviable: la “exigencia” a Europa de dos imposibles años de “moratoria” (que acabarían de hundir el país) y la bravuconada de “plantarse” en Frankfurt ante el Presidente del BCE para reclamarle imperativamente no-se-sabe-qué.

No ha desaprovechado, tampoco, el recurso al terrorismo, cuando es materia que por tradición y sentido común debiera haber quedado fuera del debate electoral, postulándose como Presidente para “asegurar la paz”, que nos habían dicho era “definitiva”, y sugiriendo que en otro caso ETA podría volver (“riesgo de involución”). En cualquier caso, resulta inadmisible la utilización de la “amenaza” con fines electorales. La paz bajo coacción no es paz. La paz sin libertad, tampoco.

El final del tiempo de campaña tampoco ha sido favorable al aspirante socialista: obligado a poner “la mano en el fuego”  por Blanco, aunque ya sabemos que en este país hacerlo sale gratis, y antecedentes hay; con el presunto fraude de los ERES en Andalucía, situando -aún más- contra las cuerdas la hegemonía histórica en el territorio; y con los datos económicos estrangulando, de forma creciente, la credibilidad del Gobierno y su candidato.

Síntoma de la debilidad socialista es la tibieza -cuando no la retirada de apoyo- de medios de comunicación, antes afines, en contraste con el tratamiento hacia el PP y Rajoy, bien distinto, sin duda, al que se le dispensaba hasta no hace tanto tiempo. El “cordón mediático”,  como también el político, ha sido diluido.

El PP, por otra parte, ha hecho una campaña discreta; institucional; dirigida a no perder puntos; pretendiendo transmitir que sabe qué hacer, y cómo, porque ya lo hizo en 1996; invocando la necesidad de confianza interna y credibilidad internacional; y con el “mantra” del empleo como centro de todos los discursos, lo cual es por otra parte lógico en cuanto centra la preocupación de 5 millones de españoles que no tienen trabajo, y de muchos otros que temen perderlo. Ha calado el mensaje de que cuando gobernaba el PP, 8 de cada 10 puestos que se creaban en Europa se producían  en España, mientras que en la actualidad 8 de cada 10 parados europeos son españoles. Objetivamente demoledor.

 

RESULTADOS

Estamos, pues, a la espera de los resultados, ya inminentes. Arriesgando pronósticos, más allá de lo que señalan las mejores encuestas, el PP puede superar el récord de los 202 Diputados de Felipe González en 1982. Parece que los lemas que apuntan “CAMBIO”, tienen empuje en España. Sucedió entonces y está ocurriendo ahora.

El PSOE puede ver hundidos sus peores resultados, por debajo del 30%, originando la caída del “mito Rubalcaba” relegado a sagaz número 2, dando fin a un Gobierno hace tiempo en “desahucio político”, y provocando una catarsis en el partido que ya asoma. Rubalcaba sigue echando balones fuera, y la culpa al impersonal “las cosas han salido mal”, resistiéndose a reconocer que en Noviembre de 2010 fue él quien aseguró que “a partir de ahora: empleo, empleo y más empleo”. Nada, por cierto, desgraciadamente, más lejos de la realidad.

Se debate el PSOE, con “efecto Sandwich”, entre el miedo al abismo de voto con el PP y el temor a la pérdida de votos por la izquierda. Y con ello un riesgo: que “quien persigue dos liebres, no coge ninguna”. Veremos cuál será la “rubalcava” parte de votos, antes socialistas, que es capaz de conservar el candidato.

En cuanto a las demás formaciones políticas, parece que todas aumentarán escaños, incluso la nueva Amaiur a costa del PNV, deslumbrada porque, con el blindaje del TC, se le ha permitido cambiar el escenario de “derrota” por los privilegios del “poder”. Y se evidenciará quizá con ello, que el número de acreditaciones de los partidos políticos minoritarios, no depende sólo del sistema electoral sino, también, del mayor o menor apoyo ciudadano que reciban, y que crece cuando disminuye el voto útil por no existir contienda electoral o dudas sobre el resultado.

En cualquier caso, parece evidente que estas elecciones van a determinar un “realineamiento” de las formaciones políticas en España, e incluso el “reseteo” de alguna de ellas, especialmente del que, según las encuestas, está llamado a ser el principal partido de la oposición.

Rubalcaba ha dicho “ésta no es nuestra crisis”. Pero no será porque el Gobierno la haya  diagnosticado con diligencia. Ni acertado con eficacia. Ni evitado millones de parados. Está por confirmar, pues si, tras las elecciones el PSOE hace un planteamiento autocrítico, mirando hacia delante, en lugar de recurrir al aspirador exterior.

 

EL DÍA DESPUÉS

Como decíamos, la mayoría de ciudadanos están más pendientes del 21-N que de la campaña: esperando que se confirme quién va a gobernar, y que se acorten al máximo los plazos para el nombramiento del nuevo Presidente.

Más aún cuando, aunque tarde, el Gobierno ha tenido que reconocer en los últimos días el frenazo y marcha atrás de nuestra economía, rectificando sustancialmente sus previsiones económicas, una vez más erradas, y mantenidas, incluso ante Europa, hasta anteayer.

Y cuando, hasta hace bien poco, no conocíamos, o al menos no nos “ocupaba” la denominada “prima de riesgo”, y ahora nos levantamos cada día preguntando sobre ella.

Así que en España, y fuera de España, se está esperando a Rajoy, conscientes en todo caso de que el cambio de Gobierno puede ser una condición necesaria, pero no suficiente, para variar el rumbo. Y que hace falta un Gobierno capaz, veraz, eficiente y ágil… porque no estamos seguros de que en el exterior nos vayan a respetar los tiempos.

Esperando estamos, pues, a que Rajoy concrete cuál es su propuesta de “Gobierno de los mejores”, y qué independientes o miembros de otras formaciones políticas va a incluir, como parece cuando indica que cuenta con gente preparada en el PP y “en sus aledaños”.

Esperando están las PYMES y autónomos, estrangulados por la falta de crédito y la morosidad.

Esperando están los 5 millones de españoles sin trabajo, sabiendo que ningún país, ni los rescatados, tiene semejantes tasas de paro, y que éste, se diga lo que se diga, no nos ha venido “por lo de Grecia”.

Esperando están los datos de crecimiento, déficit y deuda, a ver si se adoptan medidas urgentes y certeras capaces de enderezar la situación.

Esperando están los jóvenes, casi uno de cada dos sin empleo, que necesitan certidumbre, esperanza y, sobre todo, trabajo.

Confiamos eso sí, que Europa no tenga preparado un “tecnócrata” de recambio para sustituir, de forma más o menos inmediata, la decisión de los votantes españoles. Porque, por cierto, ya tuvimos uno, Pedro Solbes, ex Comisario Europeo, y no nos fue muy bien con sus previsiones y medidas como Vicepresidente Económico que no vio, o no quiso contarnos, la crisis que se nos avecinaba, ni siquiera cuando ya la teníamos encima.

Así que aquí estamos, ya cerca del 20-N: unos con resignación, otros con esperanza, muchos muy preocupados, y la mayoría, voten lo que voten, expectantes… Esperando, ya, a Rajoy y sus decisiones. Urnas mediante.

 

Fotografía de Jordi Motlló

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